May 2, 2009
¿Y la influenza apá?
Para quienes no nos lean en México, debo contarles que las cosas cuando menos son graves. La gente está muriendo a centenares, no como dicen los medios de comunicación. No podemos salir a las calles porque hay mucha gente escupiendo sangre y suplicando que la maten para terminar con el dolor. No podemos salir porque el ejército esta cuidando las calles y evitando los saqueos. De mi edificio ya se llevaron a tres vecinos los señores de salubridad.
Esta foto la tomé en el centro hoy por la mañana.
Lo bueno es que previne e hice unas compras de pánico hace un par de semanas en el Wal-Mart de Nativitas:
- Treinta (30) kilos de arroz Morelos
- Veinte (20) Cajas de sopas Maruchan sabor camarón con habanero y limón
- Diez (10) botellas familiares de Lulú sabor uva
- Nueve (9) paquetes de tapabocas de marca propia
- Un (1) hacha
- Cuatro (4) litros de gasolina
- Tres (3) toneladas de zanahorias
Sobreviviré el apocalipsis con zanahorias
Para poder cargar todas las cosas le ofrecí veinte pesos a un vagabundo que andaba inhalando activo, quien gustosamente me acompañó a comprar las cosas para afrontar el fin del mundo. Vaya, qué bueno que todavía existen lo valores. Él se llama Pepe.
Cuando pasaba por la caja con mis ocho carritos llenos de zanahorias, la cajera se me quedó viendo raro. Me preguntó que cómo iba a pagar, y le dije que no tenía que pagar porque que éstos eran los últimos días antes de la expiación final, que ella y todos los pecadores por fin arderían en las llamas del infierno. Me sorprende que mi argumento la haya convencido tan rápidamente, pues me dejó pasar y me dio una gran sonrisa. Creo que le gusté. Espero que logre arrepentirse de sus pecados a tiempo.
No obstante, cuando iba saliendo se me acercaron el wey de seguridad de Wal-Mart y me la armó de tos dizque por estarles robando. Yo les dije que no, que se equivocaban, que yo no andaba robando, que éste era el fin de los tiempos y que debían arrepentirse de sus pecados. Ellos se pusieron pesados, pero en ese momento me puse a toser y se espantaron un poco. Además, Pepe regresó de su trance de activo y se lanzó a morderle la oreja. Gracias, Pepe. Amigos como tú no hay en este mundo.
Aprovechando la confusión y dado que mi punto estaba claro, me fui directo a mi casita y me lleve también los carritos del súper. Quién sabe cuándo los vaya a necesitar en este fin del mundo.
Por cierto. Comentarios joya que he escuchado recientemente:
"No me importaría enfermarme de influenza porcina, pero no me gustaría morirme de eso. Suena como algo de lo que se mueren los pobres. Si se llamara influenza de faisanes o algo así, sería diferente"
“La semana pasada leí que en México no va súper… ¿¿que es esa historia del puerco??”
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